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Henry David Thoreau.

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Publicación: La Luna -- Revelación de Ramala
Enviado por meme el ( lecturas)
Pan del Alma
Dentro del Cuerpo Solar sólo hay una verdadera estrella que da iluminación y poder, que sostiene toda la vida dentro de su Sistema: el Sol. El Ser a quien llamáis Dios, el Logos Solar de este Sistema, cuyo espíritu reside dentro del Sol, muestra el grado de Su evolución y vibración con la brillantez de su iluminación; por eso es imposible que el hombre de la Tierra mire al Sol. Sólo cuando la Luna interviene y produce un eclipse puede el hombre dirigir su mirada al Sol.
[...]

Todos los planetas y satélites de este Cuerpo Solar están iluminados por la luz del Logos Solar y cada uno de ellos refleja esa luz de acuerdo con su evolución y propósito. La Luna, que es un satélite de la Tierra y está muy cerca de ella, reflejarla luz del sol más potentemente: sobre la Tierra y da al hombre la luz de luna visible de la que es consciente. Como el hombre está limitado por la gama de sus sentidos físicos, no observa la luz reflejada por otros planetas del Sistema Solar, pero una persona consciente puede ver y reconocer la luz de Venus, de Marte de Júpiter, y de Saturno con tanta facilidad como la de la Luna.

Uno de los propósitos primarios de la Luna es conducir al Hombre a un mayor entendimiento del Cosmos, pues dentro de la relación espiritual entre la Luna y la Tierra está la llave de los Cielos.

Si el hombre estudiara y examinara atentamente la relación entre estos dos cuerpos celestiales entendería en gran medida la creación en el Universo. La Luna, su propósito y poder, es la clave no sólo del desarrollo del hombre sobre la Tierra, sino también de su desarrollo más allá de ella. El ciclo lunar, que se presenta ante los ojos de los hombres, es la clave del Cosmos; pero ¿es consciente de eso el hombre?

No es mi intención en modo alguno revelar el significado y poderes espirituales de la Luna, pues no me lo permite la ley cósmica. Al hombre no evolucionado no deben suministrársele los secretos del Cosmos hasta que su conciencia haya despertado a la naturaleza y propósito de aquellos seres superiores que le rodean, y de su propósito en la espiral evolutiva. El hombre no evolucionado tiene que ascender y buscar diligentemente utilizando su propia inspiración, y ha de encontrar las respuestas que busca. Pero son pocos los que buscan las respuestas. ¡Tal es la naturaleza de la vida sobre la Tierra hoy en día que la Luna podría no existir!

Para entender la relación entre la Luna y la Tierra tenemos que retroceder al momento de su creación. El hombre de hoy está muy ocupado examinando las rocas lunares traídas por los astronautas norteamericanos con la esperanza de descubrir cómo apareció la Luna y de entender quizá un poco de su entorno. Lo que olvida el hombre, sin embargo, es que aunque tecnológicamente ha alcanzado la Luna utilizando el intelecto que Dios le ha dado, en todos los otros aspectos de conciencia está aún muy lejos de ella. Ha de adelantar en muchos otros campos antes de que pueda apreciar verdaderamente el propósito de la Luna y descubrir la verdadera naturaleza de su ser.

La ciencia espiritual, que es la ciencia del Espíritu frente a la ciencia del hombre, establece que el Cuerpo Solar del que formáis parte fue creado por el Logos Solar, el Ser a quien llamáis Dios, cuyo espíritu reside dentro del Sol. Así como un niño que nace sobre la Tierra sale del vientre de su madre, así el Sol alumbró al Sistema Solar. El Logos Solar fue arrojando una a una partículas de Sí Mismo hasta que estuvo formado el sistema planetario que conocéis hoy. Del mismo modo que un niño abandona el vientre de su madre, así el Sol alumbró a esas partículas o planetas. Eran perfectas en esencia, pero masas fundidas que tenían que solidificarse antes de que pudieran producir el verdadero potencial del Espíritu. Durante eones de tiempo esas masas fundidas se enfriaron y solidificaron y, con la ayuda de las huestes angélicas, encontraron su frecuencia correcta.

Diez planetas fueron creados de este modo y han existido durante muchas Eras antes de que vuestro Creador, para cumplir Su divino plan, pariese Su última partícula, Su último plan. Cuando este planeta hubo abandonado el Sol, las huestes angélicas responsables de su desarrollo ocuparon sus lugares en los diferentes niveles de vibración y lo observaron y guiaron mientras se enfriaba y cristalizaba. Pero antes de que las sustancias minerales del planeta hubieran cristalizado completamente se dividió en tres, convirtiéndose en la Tierra, su satélite la Luna y otro planeta que el hombre ha de descubrir aún detrás de la Luna. Este planeta no descubierto es el menos evolucionado, el doceavo planeta del Cuerpo Solar, pues la Luna no es un planeta sino un satélite de la Tierra y su destino está vinculado a ésta. La Luna tiene que jugar un papel vital en el destino espiritual de la Tierra.

La Tierra y la Luna fueron creadas al mismo tiempo. Las huestes angélicas, los Maestros planetarios e interplanetarios, ocuparon sus puestos en esas órbitas, y gracias a su entendimiento de la frecuencia y la vibración, durante siglos de tiempo ayudaron a los elementos que hay en cada globo a encontrar sus frecuencias y fusionarse con las frecuencias del Sistema Solar. A causa del propósito cósmico que ha de cumplir la Luna, ésta no cristalizó del mismo modo que la Tierra. Por eso el hombre que estudia geológicamente las muestras de rocas lunares y analiza los datos tomados de la atmósfera de la Luna extrae la conclusión de que no hay vínculo común entre la Luna y la Tierra, pues aunque ambas proceden de la misma semilla, son tan diferentes como las personalidades de una hermana y un hermano.

La Luna fue creada y colocada en una órbita precisa alrededor de la Tierra para ejercer ciertas influencias importantes sobre ella. El hombre de hoy está empezando a ser consciente lentamente de las matemáticas conocidas como la geometría sagrada de la Tierra. Las mismas matemáticas pueden aplicarse, aunque a un nivel superior, a la geometría de las esferas celestes, pues cada uno de los planetas está en órbita alrededor del Sol y rota por un camino establecido de acuerdo con una fórmula cósmica precisa y concreta. En Eras pasadas el hombre reconocía y usaba esta fórmula, que será descubierta de nuevo en la Nueva Era. La distancia que separa a la Luna de la Tierra es importantísima, y es vital que el hombre no perturbe ese equilibrio.

Aunque el hombre ha alcanzado la Luna con las naves espaciales, su motivación para llegar a ella no fue correcta. Por otra parte, el uso que ha hecho el hombre de la Luna con sus experimentos y su conducta sobre ella no ha ayudado a preservar ese equilibrio crítico; y con la explosión de las cabezas de cohetes y sus experimentos sobre la superficie lunar ha puesto en peligro el delicado equilibrio. El equilibrio es efectuado y preservado por los rubíes que están presentes en el interior de la Tierra y la Luna. La función de los rubíes sobre los que los dos globos rotan y se equilibran puede relacionarse con la función de los rubíes de un reloj. Si dais un golpe a un reloj y salta el mecanismo, el reloj se desequilibra y falla; lo mismo sucede con el mecanismo equilibrador de la Tierra y la Luna. Desde luego que los numerosos seres de la Luna, junto con sus hermanos de los otros planetas, han ayudado a contrarrestar el efecto de los ingenuos experimentos del hombre. Pero el hombre debería ser consciente de que en estos experimentos corre el riesgo de poner en peligro no sólo la Luna, sino también la Tierra, pues si hiciera explotar sobre la Luna una bomba de gran tamaño quedaría destruida la relación finamente equilibrada entre el planeta y su satélite. Si atáis una bola con una cuerda alrededor de un dedo y la soltáis la bola se escapa. De modo similar, si el hombre perturba la relación entre la Luna y la Tierra los dos globos se separarían y el delicado equilibrio de la vida sobre la Tierra y la Luna se destruiría y no aparecería de nuevo.

Como el hombre es en gran parte inconsciente de las influencias invisibles de la Tierra, ¿cómo iba a ser consciente de las influencias de la Luna? Así como el hombre es en gran parte inconsciente de los elementales, las hadas y espíritus, los ángeles y los numerosos seres que aparecen en el plano astral, también es inconsciente de la vida en cualquiera de los planetas del Cuerpo Solar, por lo que no puede concebir la vida en la Luna. Pero hay vida en la Luna. Toda una civilización de seres habita en ella. Aunque son de creación similar a la del hombre, no los consideraríais como seres humanos porque sus cuerpos tienen formas diferentes y su estatura es mucho más pequeña. Pero existen bajo la superficie de la Luna y su civilización ha alcanzado un alto grado.

Recordad que toda alma que encarna en un planeta se construye un cuerpo de acuerdo con la naturaleza del planeta en que encarna. Vosotros que habitáis en la Tierra os construís un cuerpo físico que es muy conveniente para la vida sobre este planeta. Utilizáis la materia de la Tierra para construiros vuestro cuerpo físico, y sus mecanismos internos pueden utilizar el oxígeno del aire, el agua y los frutos de la Tierra. Vuestro cuerpo está ideado para vivir en la temperatura que predomina en la Tierra. De modo similar, los seres que habitan en la Luna construyen sus cuerpos de acuerdo con la naturaleza de ésta. El hombre conoce ahora un poco las condiciones de la Luna, y si se detuviera a pensar en el tipo de cuerpo necesario para la vida sobre la Luna quizá concibiese la forma y modo de vida de los seres lunares antes de que esos hechos sean descubiertos por otros medios. La Luna fue puesta en órbita alrededor de la Tierra para ayudar a la evolución de ésta. Los seres lunares son siervos de la Tierra. La naturaleza de su evolución es diferente a la vuestra. No poseen el don de la libre elección que vuestro Creador os ha concedido para que pueda progresar vuestra conciencia. Son dirigidos por otras fuerzas. Cumplen el papel de la Luna y ayudan siempre a la Tierra. Os dan su poder continuamente, regularmente, de acuerdo con los ciclos lunares.

El número espiritual ante el cual vibra la materia de la Tierra es el cuatro. Sois conscientes de los cuatro Reinos de la Materia, las cuatro Razas, los cuatro puntos de la brújula, las cuatro estaciones, etc. La Luna, que vibra ante ese número en servicio vuestro, tiene cuatro fases o cuartos. Cada uno de los cuartos de la Luna se corresponde con uno de los cuatro Reinos de la Materia de la Tierra, y durante cada uno de los cuartos el Reino con él asociado utiliza el poder que da la Luna de acuerdo con la naturaleza del Reino y su propósito cósmico en la Tierra. El hombre puede aceptar que la Luna mueve las aguas de la Tierra porque es consciente de las mareas y ha demostrado que su influencia es la responsable de ellas. Es extraño que el hombre, que ha comprendido que la Luna puede afectar a las mareas, no vaya más allá, pues si la Luna es capaz de hacer eso seguramente podrá hacer más cosas. En la Era actual, el cuerpo físico del hombre se compone de un noventa por ciento de agua. ¿No le afectará la Luna? ¡Por supuesto que sí! Su influencia no afecta sólo a las aguas de los mares y del cuerpo humano, sino a todos los aspectos de la creación sobre la Tierra.

Cualquiera que mire a la Luna, especialmente a la Luna llena, aceptará su hermosura. La Luna es suave, es femenina, es sabiduría. No podéis asociar nada duro con ella. Esa es la naturaleza de su influencia; pues como la Tierra es positiva, es poder, es expresión hacia fuera, la Luna es femenina es sabiduría es, receptividad, es amor. Por tanto, las partes femeninas de las especies de la Tierra, el aspecto creativo y sabio, vibran especialmente ante la influencia de la Luna. El satélite controla en gran medida los nacimientos. Toda mujer experimenta los ciclos de su cuerpo que, cuando la ciencia médica no se interfiere, se corresponden con los ciclos de la Luna. Por tanto, la concepción puede y debe ser planeada de acuerdo con sus fases. La Luna afecta a los nacimientos no sólo en el Reino Humano, sino también en los otros Reinos de la Tierra.

No deseo profundizar ahora en los cuerpos espirituales del hombre, pero como todas las influencias a nivel físico de las que el hombre es consciente, la influencia de la Luna es diez veces mayor en los niveles superiores. En particular influye en la glándula pineal, la glándula de la receptividad, la sabiduría y el aprendizaje del hombre, y por tanto el conocimiento y la inspiración se obtienen bajo su influencia. También la conciencia puede aumentarse bajo la influencia de la Luna. Si aún no lo habéis realizado haced el experimento de tratar de aprender buscando el incremento de vuestra conciencia durante la fase de Luna llena, pues los poderes que da a la Tierra en esos momentos tienen un gran significado. El hombre antiguo tenía algo de conciencia de este hecho, por lo que estableció que algunas de sus ceremonias religiosas tuviesen lugar durante la fase de la luna llena. Algunos de los grandes Maestros que estuvieron en esta Tierra encarnaron, murieron o realizaron, actos espirituales significativos en los en los niveles físicos y superiores de la vida, siguiendo las influencias de la Luna.

La Luna influye también en el cuerpo astral del hombre mientras se encuentra en el físico, y por tanto puede ser una gran ayuda, para la utilización de este cuerpo con todo lo que ello implica, especialmente en el campo de los fenómenos psíquicos. Por tanto para los que intentan desarrollar este aspecto particular, este talento espiritual particular, la invocación y uso del poder de la Luna es de nuevo de suprema importancia. Si os sentáis a meditar bajo la luz de la luna llena sentiréis incrementada vuestra conciencia gracias al poder que fluye a través de vuestra glándula pineal y se esparce por todo vuestro ser. Sentiréis que la conciencia mayor, la Conciencia Infinita, se vincula a vosotros.

La mente y el cerebro también son influidos por la Luna. El modo en que pensáis, en que recibís inspiración, en que os comportáis, en que utilizáis vuestro intelecto y razonamiento, son controlados e influidos en gran medida por ella. El uso de sus poderes puede levantar las pequeñas ventanas del cerebro, las pequeñas válvulas que, consciente o inconscientemente, abren el paso a las vibraciones del cosmos, a las experiencias del alma en otros niveles. Estas válvulas responden a las influencias de la Luna. Habréis oído hablar de la «lunaticidad». No son muchos los que sufren de esta aflicción, pero ocasionalmente, debido a fallos en el mecanismo del cerebro, bajo la influencia de la luna llena estas puertas se abren y las imágenes de otros niveles de existencia vienen a las mentes de algunas personas, confundiéndolas y destruyendo la armonía de la vida física.

Este es el efecto del poder de la Luna si no es controlado. Pero para aquellos que se sientan a meditar, vinculando correctamente sus conciencias con las de su Creador y utilizando el poder concedido por la Luna, habrá momentos de conciencia que son a la vez grandes y repentinos. Si la Luna brillara sobre la Tierra constantemente, el hombre no podría soportar su influencia, y ése es el motivo de que, prudentemente, aparezca en fases. Las fases son importantes porque producen ciclos sobre la Tierra. La teoría de las cuatro fases de la Luna en relación con la Tierra constituye un tratado completo, pero si el hombre experimentara un poco con los cuatro Reinos de la Materia, para ver qué Reino da mayor respuesta en cada fase, mejoraría mucho la cualidad, armonía y comprensión de su vida sobre la Tierra. En épocas pasadas, el hombre, aunque menos avanzado tecnológicamente, era más espiritualmente equilibrado. Entendía el uso y propósito de la Luna y de ese modo tenía una vida más realizada, aunque no tecnológicamente avanzada. Si el hombre moderno descubriera y utilizara la influencia y el poder de la Luna nadie moriría de hambre, no habría sequías ni terremotos. Serían pocos los desastres naturales, salvo aquellos que el hombre mismo causase.

La Luna está dispuesta siempre a servir a la Tierra. ¿Por qué el hombre la mira y es consciente de su presencia pero no la usa? ¿Quizá porque en su intelecto y su ego considera que la clave de sí mismo, la clave de la evolución, la clave de la conciencia material y espiritual, está encerrada dentro de esta Tierra y no puede encontrarse más allá? Quizá sea así. Pero aquellos de entre vosotros que puedan volver sus mentes hacia afuera, que puedan mirar a la Luna, que puedan vibrar en dirección a ese globo de belleza que tanto refleja, incluyendo la naturaleza de la vida en esta Tierra, descubriréis la clave no sólo de la progresión terrena del hombre, sino también de su progreso espiritual, e incluso del progreso del Cuerpo Solar en que vive.

EL PUNTO DE CONCIENCIA DEL MUNDO DE HOY

En toda la Tierra reina ahora una atmósfera de desarmonía, de incertidumbre, de preocupación por el futuro, no sólo en lo individual sino también en lo mundial. Con independencia de que el hombre viva en países ricos tecnológicamente avanzados o en países pobres y subdesarrollados, en los que tienen abundancia de alimento o en los que tienen escasez, por todas partes se siente incierto de su propósito, del presente y del futuro.

Este sentimiento de incertidumbre ya ha existido antes. En otras Eras, el hombre tuvo que enfrentarse a guerras importantes, pero con el advenimiento de las bombas de hidrógeno, de la guerra mental y biológica, y de las presiones políticas, financieras y minerales, la paz del mundo está realmente más amenazada que en otras épocas de su historia. Junto con este sentimiento de incertidumbre hay una incredulidad general en la religión ortodoxa y una disminución de los fieles de las Iglesias. El hambre se está apartando de las religiones organizadas y de Dios, o más bien de su concepto de Dios, para hallarse solo ante su vida con sus propios ideales, sus propias creencias y creaciones.

Nada de lo que hay en la Creación pertenece al hombre. En cuanto que instrumento del Espíritu Infinito, el hombre conecta por medio de su mente con la Mente Infinita y la lleva a la inspiración en el nivel físico, que puede entonces utilizar. Tiene capacidad mental para hacerlo así, e incluso aunque no tenga la sabiduría que lo motive correctamente aún puede producir esos descubrimientos, pues tal es la naturaleza del don divino de la libre elección que le ha concedido su Creador. En todas partes el hombre utiliza su mente, su capacidad mental, para el progreso de su vida sobre la Tierra, aunque no posee la espiritualidad que motive el uso que hace de ese conocimiento. Si ha de controlar su pensamiento, el hombre ha de comenzar por ser más consciente; y para ser más consciente debe desarrollar su espiritualidad, sus sentimientos y emociones verdaderas, desde dentro.

En su mayor parte, el hombre de hoy actúa sin sentimiento. Como se le ha concedido dominio sobre los otros tres Reinos de esta Tierra puede utilizarlos, y también abusar de ellos. Cree que puede utilizar a su antojo al Reino Animal como alimento y como sujeto de experimentos científicos y que tiene pleno derecho a limitar su verdadero propósito y a negar su derecho a la libre expresión sobre esta Tierra. El hombre utiliza también como alimento al Reino Vegetal, pero lo hace de acuerdo con sus propias ideas y produce lo qué quiere. En consecuencia, ha puesto en movimiento una cadena de acontecimientos que exige que el Suelo sea fertilizado artificialmente, que el crecimiento natural de los cultivos sea alterado y que deba cambiarse la naturaleza de los alimentos suministrados al hombre por su Creador. El hombre utiliza los recursos del Reino Mineral para producir lo que considera necesario para su civilización, con independencia de su coste. El resultado de esta conducta irreflexiva es la polución del aire, la tierra y el mar.

Las pocas almas que se oponen a este abuso de la Naturaleza son tratadas con escarnio, pues el hombre cree realmente que es capaz de controlar lo que ha creado. Pero el hombre ha puesto en marcha una cadena de acontecimientos que verá que no puede controlar, por lo que he de advertiros que le esperan algunas sorpresas desagradables en los próximos años. Su abuso de los otros tres Reinos de la Materia ha perturbado el equilibrio y la armonía de la vida sobre esta Tierra, y tendrá que cosechar el efecto de lo que ha sembrado. Incluso ahora es ya demasiado tarde para cambiar el curso de los acontecimientos que el hombre ha puesto en movimiento. El hombre no abusaría de la Naturaleza si la sintiera verdaderamente. Si estuviera sintonizado con los animales, la vegetación, las aguas y las piedras de esta Tierra, los respetaría por ser partes esenciales en la estructura de la creación.

El hombre de hoy puede repasar la historia de la Tierra, tal como la conoce, y reconocer que está evolucionando, que durante muchos siglos la civilización ha progresado gradualmente y que, aunque carezca de, espiritualidad, material y tecnológicamente ha avanzado mucho. Sin embargo, aquellos de entre vosotros que sean conscientes podrán darse cuenta de que esta Tierra, y la vida que hay en ella, es una parte de un plan en un vasto ciclo de acontecimientos. Podéis ver que la vida existe a muchos niveles, tanto arriba como por debajo del hombre, y apreciar que éste es sólo una parte muy pequeña de la estructura de la vida dentro de este Universo.

La Tierra, forma parte de un Cuerpo Solar. Los doce planetas que existen dentro de ese cuerpo, y sus respectivos satélites, están evolucionando juntos. La Tierra es el segundo planeta inferior de este Cuerpo Solar, y debería haber alcanzado ya un punto de conciencia que le permitiera moverse al unísono con los otros planetas que circundan al Sol mientras se mueven hacia una nueva espiral de evolución. Pero actualmente la Tierra tiene una gran desarmonía. Si pudierais alejaros de ella y contemplar sus emanaciones, sus vibraciones, sus pulsaciones de poder, veríais que está enferma. Además, con independencia de la ayuda que le den los grandes poderes, que existen dentro de este Cuerpo Solar, si el hombre no cambia y altera su conducta y expresión ante sus semejantes, si no vive en armonía y ejemplifica la lección y el propósito de este planeta, el servicio sacrificial, no se restaurará la perfecta salud de este planeta. Actualmente de la Tierra no emana el poder que debiera: el Amor Universal. Recordad que las emanaciones de todos los planetas se entremezclan en un complejo esquema mientras dan y reciben sus respectivos poderes, y cumplen, así el propósito con que han sido creados.

Los que seáis conscientes quizá empecéis a sentir que algunos acontecimientos que están teniendo lugar se diferencian de otros que sucedieron antes. Estaréis, empezando a sentir que el paso de la vida se está aligerando y que el tiempo no tiene la misma existencia que antes. Vuestros, relojes siguen marcándolas 24 horas de cada día, pero, ¿no parece éste transcurrir más rápidamente que antes? Los días y los meses, ¿no se mezclan tan rápidamente que os resulta difícil creer que haya pasado un año? En toda la Tierra, parece haber un incremento del número de desastres. Constantemente estáis leyendo informes de sequías, inundaciones, terremotos, hambres y enfermedades. Por todas partes parece aumentar el paso de la existencia del hombre, la violencia de la vida, el conflicto entre los países, la competición, la división, el odio y la codicia. Para todos aquellos que sentís, estos cambios son correctos, pues todo el ser de este planeta, su tasa de vibración, está aumentando.

Los Señores que controlan este planeta y vuestro Creador, Cuyo espíritu habita en el Sol, junto con otras muchas influencias, intentan, ayudar a la Tierra, pero su tarea se dificulta a causa de la desarmonía del hombre. La frecuencia de la Tierra ha disminuido por la conducta del hombre. Si, pudierais alejaros del Cuerpo Solar y contemplar la Tierra veríais que en lugar de acelerar la frecuencia en coordinación con los otros planetas conforme se mueven hacia una nueva espiral de evolución, la Tierra está oscilando, casi de modo parecido a una peonza que va a detenerse. Si así sucediese, ella misma se sumiría en el olvido. Por eso, los grandes Seres que gobiernan la materia por su conocimiento de la Ley infinita están tratando de acelerar la vibración de la Tierra, no para alterar la libre elección del hombre o interferir con ella, sino para poner en marcha una frecuencia superior. Esto es lo que le está dando al hombre la sensación de confusión e interrupción, pues se encuentra cogido entre la lentitud de su propio cuerpo, producida por su conducta pasada, y el intento de los Señores del planeta de llevarlo a una frecuencia más alta de conciencia. Estos grandes Seres están interfiriendo, para que el hombre no sea destruido, pues dentro de su cuerpo está la gran estructura atómica del Cosmos, y debido a la lentitud, cuando llegue el momento, que llegará, en que la Tierra enderece su eje, si no se ha iniciado esta aceleración exterior la estructura atómica de que está constituido e hombre explotará, pues la fuerza de la ascensión pondrá en marcha una gran expansión atómica del planeta.

No entraré en la estructura molecular describiendo la conducta de los átomos en el momento del cambio, pero debido a los cambios de presión habrá una gran transformación de la estructura de la Tierra. Se producirán grandes devastaciones en toda su extensión. Ya ha sucedido antes. En la literatura antigua y en la Biblia podéis leer hechos semejantes. El cataclismo no es en realidad una catástrofe, aunque así lo llamaríais: es un paso adelante en la evolución de la Tierra. Recordad que la muerte no es un final, y que los que mueran en el cataclismo que ha de venir experimentarán un incremento de su conciencia, pues aprenderán en el momento de la muerte. Conforme se acerca este acontecimiento habrá mucha desarmonía y destrucción, pues la tasa de la Tierra está acelerada. Ello se producirá antes de que se levante sobre su eje en los alrededores del final de siglo. No quedan muchos años.

No importa que me creáis o no, que creáis o no en el cataclismo que ha de venir. Vendrá. Se producirá. La Tierra va a cambiar, y el planeta que aparecerá en el siglo veintiuno será muy diferente del que conocéis ahora. Gran parte del agua que existe actualmente en el planeta habrá desaparecido. El hombre vivirá en la Era del Aire y su cuerpo se compondrá en su mayor parte de aire, no de agua como actualmente. Será consciente de su verdadera existencia espiritual, pues será consciente de seres de otros planetas y se comunicará con ellos. Será consciente de que su vida total no transcurre sólo en el limitado cuerpo físico de la materia y que, por derecho de nacimiento, puede y debe habitar en niveles que están más allá del físico incluso mientras se encuentra en un cuerpo físico. Viajará a esos otros niveles de existencia. Conocerá otros reinos que hasta ahora no ha visto: las Esferas Dévicas y Angélicas. Aprenderá a reconocer sus influencias y a dar verdaderamente la influencia de la Tierra. Todo esto ha de sucederle a la Humanidad en el próximo siglo, la próxima Era. El Principio Crístico que vino por última vez hace dos mil años ha de venir de -nuevo, pues en el comienzo de todas las Eras al hombre se le da un signo, una demostración, un ejemplo del modo en que debería vivir.

Muchos de vosotros no creeréis esto, pues hace falta un determinado nivel de conciencia para apreciar y comprender el motivo y la necesidad de lo que ha de suceder. Pero tanto si lo aceptáis como si no, es vuestra responsabilidad el tratar de cambiar la conducta actual del hombre. Sólo tenéis que mirar a vuestro alrededor para ver que el hombre ha de cambiar, pues su actual modo de vida se halla tan motivado que está destruyendo totalmente el mundo. El hombre ha de empezar a motivar correctamente sus actos. Ha de empezar a pensar menos en sí y más en la totalidad. Debe recordar que por tener el don divino de la libre elección, que no posee ningún otro ser de esta Tierra, ha de utilizar ese don con responsabilidad. El propósito básico de este planeta es demostrar el Amor Universal, que se ejemplifica a través del servicio sacrificial. Por tanto, el hombre debería esforzarse siempre por pensar en los demás antes que en sí mismo, en su familia antes que en sí mismo, en sus amigos antes que en su familia, en el mundo antes que en su país, en los otros planetas antes que en el suyo. Debe aprender a poner siempre a los otros delante de sí mismo. No debe pensar sólo con su cerebro, y hacer las cosas lógicamente, sino que también debe sentir con su corazón, y determinar si es correcto lo que está haciendo. ¿Es correcto polucionar las aguas y el aire para obtener ganancias materiales? ¿Es correcto enviar a otros planetas cohetes que aquellos no han pedido ni desean? ¿Es correcto abusar del Reino Animal? ¿Es correcto que el hombre abuse de su propio cuerpo? ¿Es correcto dividir las naciones del mundo entre las que tienen y las que no? ¿Es correcto juzgar a un hombre por el color de su piel o su religión? ¿Es correcto pensar en uno mismo antes que en los otros que existen sobre esta Tierra cuando el ejemplo de todos los grandes Maestros que han encarnado ha sido el de poner en último lugar a uno mismo y en primero a la creación en cualquiera de sus formas?

El hombre ha de empezar a motivarse correctamente. El desinterés debe ser la motivación de cualquier acto y pensamiento. No debe hacer daño a otros. El hombre debe empezar a «pensar» más con su corazón y menos con su cerebro, pues su cerebro no producirá el cambio que debe producir. Ese cambio se dará por medio de su corazón, su vinculo con su Creador, y utilizando la inspiración de su Creador. El hombre puede elegir entre hacer el mal y el bien. La bondad puede definirse como el amor expresado en el servicio sacrificial. El mal puede definirse como el pensamiento, palabra u obra que de algún modo, por el ejemplo o la intención, pueda ser degradante o dañino para otro hermano, para otro de los seres que viven sobre esta Tierra.

Recordad que Dios trabaja por medio de las personas. Vuestro Creador no es el Dios de las falsas religiones que dicen que El descenderá de las nubes para redimir a la Humanidad y ponerlo todo al derecho. Ese Dios no existe. Sólo el hombre, utilizando los poderes que se le han concedido, puede cambiar este mundo, y conforme cada uno de vosotros vaya cambiando esta Tierra progresará en su espiral hacia arriba. Pues donde hay uno habrá dos, y donde haya dos habrá cuatro, y la gran marea del mal que hay ahora sobre la Tierra empezará a disminuir. Entonces la conciencia de esta Tierra comenzará a cambiar.

Agradecer a Edhelon por su aportación.





COMENTARIOS

YOSOY escribió: Re: La Luna -- Revelación de Ramala (Puntuación 3)
2006-01-18 02:18:01
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